En algunas técnicas iniciáticas muy antiguas, el meditador era llevado a visitar sus tensiones internas y externas para recuperar el control y la estabilidad de su mente. El ejercicio El dominio del mal es una de sus técnicas. Al practicarla, permite al ser desarrollar los niveles más altos de maestría espiritual. Al hacerlo durante el período de iniciación o al recordar un hecho distorsionado, una infelicidad, una enfermedad, etc., el ser aprende a purificar su alma y a reunificar su conciencia espiritual y corporal. (MANAKEL RECEPTIVO)