Al aprender a practicar bien la ciencia del intercambio, el ser redescubre su verdadera naturaleza, su naturaleza angélica a través de la cual puede dar y recibir de forma justa y equilibrada. Al profundizar en los recuerdos y las resonancias que pueden surgir cuando se conecta con el mundo que le rodea, pueden producirse en él profundos cambios y permitir la construcción de una vida fusional con todo lo que le rodea. (ROCHEL ÉMISSIF)