La práctica de este ejercicio ayuda al ser a crecer en una profunda lealtad a los principios divinos. Así, conscientemente, se pueden desarrollar las cualidades de rectitud, respeto, franqueza, diplomacia y compromiso. Se puede despertar una fuerza de liderazgo positiva que permita a la persona descubrir la alegría de organizar sus responsabilidades en la vida cotidiana... en el trabajo, en la familia, con los amigos, etc.