A través de esta respiración, a la vez potente y controlada, el meditador aprende a concentrarse en la transformación de las fuerzas interiores inestables que aún pueden habitar en él y que a veces crean trastornos o "explosiones volcánicas" interiores... Al ser conscientes de los recuerdos que deseamos evolucionar en el momento de nuestra práctica, pueden producirse verdaderas liberaciones y crear así un profundo apaciguamiento del alma. (PAHALIAH EMISSIF)