A veces podemos sentirnos débiles... Lo que vivimos puede perturbarnos, desestabilizarnos o hacernos perder la confianza. Practicando el ejercicio de florecimiento, podemos tomarnos el tiempo de encontrarnos plenamente con estos recuerdos, para comprenderlos, aceptarlos y transformarlos. Con valor, sabiduría y humildad, el meditador aprende a dejar que la semilla de la nueva vida florezca en su interior (LAUVIAH EMISSIF)